lunes, 2 de octubre de 2017

Pesadilla Sin Fin

Desperté, me encontraba acostado sobre una cama de una plaza que rechinaba con el más mínimo movimiento, no recordaba quien era, ni qué hacía allí, mis músculos estaban amortiguados, sentía mi cuerpo cansado, lentamente levanté el rostro para observar el lugar, era una habitación oscura, no tenía ventanas, las paredes estaban peladas, y podía percibir el exceso de humedad. Decidí levantarme, empecé moviendo las piernas y luego el torso, aunque intenté hacerlo sin hacer ruido, la cama oxidada rechinó fuertemente; al lograr tocar el suelo fue mucho más sencillo hacer silencio, estaba descalzo y el piso frío, caminé hacia la única puerta que tenía al frente, cual estaba igual o peor de oxidada que la cama. A paso lento empuje la puerta que se encontraba abierta, las bisagras completamente oxidadas y deterioradas rechinaron fuertemente, pero no me importaba con tal de saber donde estaba.


Fue en ese momento que me llegó el olor más repulsivo y nauseabundo que había percibido en mi vida, no podía ver nada estaba totalmente oscuro, solo podía sentir las moscas resonando por el lugar, regresé a la habitación para llenarme de valor y salir de aquel lugar, tenía que aguantar la respiración hasta encontrar una salida, llené mis pulmones lo más que pude, salí de la habitación a paso veloz, tocando las paredes como guía de salida, no sabía hacia donde iba, y el aguantar la respiración se me agotaba, mi corazón empieza agitarse, la desesperación empezaba a jugar en mi contra, este olor indescriptible empezaba a penetrar mi nariz, una lagrima recorre mi mejilla y sin más poder grité: ¡AYUDA!


En ese mismo instante y sin poder percibir los sonidos, el nauseabundo olor entró sin piedad dentro de mí, era tan fuerte que fue instantáneo el empezar a vomitar. 
Quería morir, no tenía fuerzas, y las ganas de luchar se iban apagando, mientras sentía como expulsaba violentamente fluidos de mi estomago a través de mi boca.
Lentamente me fui acostando y colocándome en posición fetal, aferrándome a la muerte, sin entender si quiera como había ocurrido todo hasta allí.


El suelo estaba frío, podía sentir las texturas de mis residuos estomacales, ahora yo era parte del olor nauseabundo de aquel lugar, era parte de esta tétrica situación sin explicación.
Resignada a la muerte, intenté recordar mis mejores momentos de la infancia, pero en vez de ello sucedió todo lo contrario, imágenes de violencia familiar pasaban velozmente proyectadas en mi cabeza, mi miedo a vivir se intensificaba gracias a mis inseguridades continuas, imaginaba como las personas se enterarían de mi muerte y lo poco que podría llegar a importarles.
Quería morir, en serio lo quería, al principio parecía todo esto una tortura, pero finalmente era una gran salida, y fue allí cuando con los ojos cerrados pude sentir una gran luz iluminándome. 


Empecé a sentir la vibración acústica que venía acompañada de un sinnúmero de aplausos, y fue allí cuando abrí los ojos, justo en el momento exacto que se cerraba el telón, sequé mis lágrimas mientras un desconocido me ayudaba a poner de pie apresuradamente, este sujeto me miro fijamente a los ojos y con una leve sonrisa sin mostrar los dientes, me dijo: ¡Fantástica actuación!
El se marchó inmediatamente, dejándome en la mitad del escenario mientras se volvía a abrir el telón,
la gente estaba levantada, aplaudiendo con furor, escuchaba chiflidos y gritos de emoción con la mirada directa hacia mí, fue entonces cuando realicé la venia y me di el lujo de mirar sus rostros al detalle, supe que todo se trataba de una pesadilla sin fin, utilizar mi miserable vida como recurso para obtener éxito en boletería.