La lluvia
mojaba mi rostro,
Era de
noche y las luces de la ciudad alumbraban mi camino,
Hacía frío,
Mi cabello
empapado derramaba grandes gotas a lo largo del trayecto,
Hace mucho
que mi vida había perdido sentido,
Caminar por
caminar, en las calles de esta gran ciudad.
La melodía
de la guitarra que nos acompañó aquella noche
Sonaba en
mi cabeza una y otra vez,
De cierta
manera mantenía mi cuerpo tibio,
Recordando
lo delicioso que es sentir tu piel.

Eres a
quien quiero ver al salir del aguacero,
Esa persona
que ilumina mis más oscuros universos.
Acurrucarme
en tu pecho para sentirte respirar,
Es mi mejor
medicina para poderme relajar.

Pero la
lluvia empezó a empeorar,
No me quedó
más que esperar debajo de un pequeño techo de un local que cerrado estaba;
Respirando
fuertemente, y frotando mis manos para calmar el frío,
Percibía
como las gotas de agua me acariciaban la cara,
Y fue en
ese preciso instante en el que me sentí observaba,
Levante la
mirada lentamente y sin tener que buscar nada,
Lo
encontré.

La lluvia
sonorizaba el momento,
El tiempo
empezó a correr más lento,
No habían
palabras, ni gestos, solo miradas.
Miradas que
nutrieron recuerdos,
Recuerdos que
había sepultado,
Para no
tener que cargar con más peso.
Se acercó
sin decir nada,
Y con cara
de nostalgia, me abrazó como si no hubiera un mañana,
Me apretó
fuerte, lo recuerdo muy bien,
Yo no pude
abrazarlo, no sé por qué,
Mis brazos erguidos
seguían, mientras el suspiraba por mi mejilla.
Aun no
estoy segura si el abrazo fue demasiado largo,
O el tiempo
pasaba despacio,
Cuando finalmente
sus brazos me soltaron,
Volví a
mirarlo fijamente a los ojos,
Sentí cómo
se quebraba por dentro,
Conteniéndose
las ganas de llorar,
Forzó una
sonrisa, que lo motivaron a volver a abrazar
A esa niña tan
distinta y fría de lo que él conocía,
Era yo, la
misma chica,
Luego de
varios inviernos en soledad,
Donde aprendí
a no extrañarlo nunca más.

Yo no sabía
cómo actuar,
Mi reacción
había sido observar y analizar,
Pero fue en
el segundo abrazo cuando sus labios tocaron mi mejilla,
Una y otra
vez,
Realmente
no sabía qué hacer,
Que en ese
momento solo ojos cerré,
Empecé a
percibir nuestros cuerpos mojados juntarse una vez más,
Una última
vez más.
Y fue ahí,
En ese
momento en el que recordé la palabra “final”,
Cuando suave
y sutilmente besé su cuello, como despedida
Como alternativa,
Como lo
único que de mí conseguiría.
Percibí su
aroma en ese sencillo beso,
Ese fiel
aroma que me había acompañado durante largo tiempo,
Que ya
había olvidado, y definitivamente no quería recuperarlo,
Me solté de
sus brazos, y no podía dejar de mirarlo con odio
Con rencor,
con ganas de no tenerlo enfrente de nuevo.
Fue en ese
momento en el que mi mano tomó
Y con
palabras que inesperadamente salieron de su boca, el me afirmó:
‘Te quise y
te quiero demasiado’.

La lluvia
ayudó para que no existieran silencios incómodos,
No sé si él
esperaba un ‘yo también’ como respuesta,
No entendía
bien nuestro momento si quiera,
Y sin
responder ni decir nada,
Sólo empecé
a alejarme lentamente,
Paso a
paso, retrocediendo del lugar,
Sentíamos
como nuestras manos se iban sosteniendo hasta el final,
Faltando un
paso más para separarnos,
Me
pregunta: ¿Nos veremos mañana?,

Sin mirar atrás, sólo caminé
Y en mi mente pude responder:
Nos veremos
cada vez que observes la lluvia correr.
