No sé en qué momento cambió la estación,
ni cómo llegamos a esta situación.
Nuestra conexión crecía sin medida,
hasta doler, como herida abierta y viva.
Me dijiste que me amas,
y el mundo se detuvo entre calmas y llamas.
El sentimiento era fuerte, profundo, sincero,
tan real, tan nuestro, tan verdadero.
Dijiste que era por no hacerme sufrir,
y porque no sabes a quién elegir.
Que lo nuestro arde, pero estás dividido,
y por eso elegiste dar un paso al vacío.
Me arde el pecho, me arde la piel,
me ardes tú, como fuego cruel.
La espera es lenta, la noche es oscura,
mi alma en pausa no encuentra cura.
El acto más puro de amor verdadero,
es dar espacio, aunque duela entero.
No es “un mes y una semana” sin verte,
es caminar por la sombra de la muerte.
Resistirme al impulso brutal de buscarte,
de tocar tu cara, de nombrarte.
De recordarte que esto fue real,
que lo que tuvimos no fue casual.
Resisto el insoportable deseo de estar a tu lado,
aunque todo mi cuerpo esté desgarrado.
Eso también es amor, respeto, y herida,
fuerza que sangra, pero te deja la vida.
No sabes cuánto deseo abrazarte,
cubrir tus temores y levantarte.
Sostenerte en mi regazo y decirte:
“Estoy aquí. No estás solo. No voy a rendirme.”
Déjame amarte como nadie lo ha hecho antes,
arroparte en silencio, sanar tus partes quebrantes.
Déjame escuchar esa canción en tu voz,
y aferrarme al eco de lo que fuimos los dos.
Permíteme decir cuánto te necesito,
cuánto me duele este amor infinito.
Tus besos me habitan, tu olor es mi droga,
y en el rincón de mi alma, tu ausencia ahoga.
Maldita pausa que todo detiene,
cuando el alma se entrega y no se contiene.
Íbamos juntos a velocidad galáctica,
y ahora soy polvo en una órbita estática.
¿Y qué espero? No sé, quizá nada,
mientras la nada me clava su espada.
Deseo que el olvido no te reclame,
y que el recuerdo en tu pecho me llame.
Los segundos pesan como acero,
y yo con este amor verdadero.
Capaz de arrancarme la piel sin temor,
solo para abrigarte del más mínimo dolor.
Esta pausa es un acto feroz,
solo la elige quien ama veloz.
Dar libertad sin exigir regreso
es más valiente que un “te pertenezco”.
Ojalá sepas todo lo que te he dado,
cómo mi alma te ha acompañado.
Y cómo te amo aún sin certeza,
con la ternura vestida de tristeza.
Amo tu mente, tu caos, tu visión,
tu forma de amar sin explicación.
Tus besos, tus risas, tu aprendizaje,
tu voz que aún vibra en mi paisaje.
Amo tus ojos cuando rozan los míos,
tus caricias, tus bromas, tus desafíos.
Tu forma de ver el mundo con pasión,
y el eco de tu amor en mi corazón.
Amo amarte sin red ni medida,
aunque esta espera me cueste la vida.
Aunque no estés aquí para mí…
Pausa.
(y todo lo demás… quedó por decir.)
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