Salí del baño después de un par de inhaladas de polvo de Dios, estaba oscuro, había humo por doquier y las luces parpadeaban; yo caminaba hacia el escenario para ver mejor a la banda, mientras mas me acercaba sentía poco a poco en cada paso que daba, como mi cuerpo se adormecía desde mi rostro hasta los pies; empecé a balancearme al ritmo de la música, las luces cambiaban de color, yo solo cerraba los ojos y percibía la adrenalina de aquel lugar: buena música y buen ambiente, perfecto para empezar mi viaje lisérgico.
Esta historia continuará...
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