domingo, 8 de junio de 2025

Espejismo de lo eterno

 (Poema para quien fue mi casa, mi equipo… y mi silencio)


Creí que éramos dos en un viaje,

que el amor era equipo, coraje.

Cinco años de abrazos y “te amo”,

¿por qué te volviste un silencio actuado?


Las palabras que nunca dijiste

fueron piedras que el alma partiste.

Yo buscaba verdades, señales,

y tú respondías con gestos banales.


¿Eres feliz?”, preguntaba temblando.

“Claro que sí”, decías, sonriendo.

¿Entonces por qué sentía vacío,

si cada noche dormía contigo?


Te pedía fuego, y me ofrecías invierno,
entregué sin miedo, recibí silencio.
Di todo mi cuerpo, sin espacio ni tiempo,
y en tu ausencia aprendí a perder el aliento.


Recuerdo el dolor de sentirme invisible,

la amante negada, la flor imposible.

Fui voz sin eco, fui fuego en el hielo,

migaja de amor vestida de cielo.


Te amé sin medida, sin pausa, sin calma,

mientras tú me veías perder la esperanza.

Lloré sin que vieras mis ojos nublados,

lloré mientras tú dormías a mi lado.


Tantas preguntas me gritan por dentro:

¿cuánto tiempo pensaste en silencio?

¿Fue verdad ese “para siempre”?

¿O promesas con tinta indecente?


“No quiero ser tu cuidador”, dijiste,

cuando nunca lo pedí… y aun así huiste.

Inventaste un peso que yo no ponía,

y huiste de mí como quien se rompía.


Y sin embargo…

te agradezco, amor de espejismo.

Aprendiste mi idioma, cruzaste abismos.

Cocinaste cocolón, pisaste mi suelo,

Te animaste al viaje, aunque fuera incierto.


Los museos, el teatro, las cartas,

las risas de noche, la cama compartida,

la señora cangrejo, mis bromas raras,

la mezcla imposible de dos almas encontradas.


Fuiste mi hogar, fuiste abrigo,

y por años creí que eras mi destino.

Pero ahora lo veo, lo entiendo sin rabia:

yo era una flor y tú no regabas agua.


Me marchité esperando en tus manos,

y tú, agotado y frustrado, me diste de lado.

No supiste regarme, ni avisarme al partir,

Sin aviso ni ruido, me dejaste ir.


No te odio, pero sí me duele

saber que me amaste sin verme.

Que seguiste en la historia, sin alma, sin fuego,

repitiendo palabras con sabor a miedo.


Te amé con el pánico de perderte,

con la angustia de verte caer sin tenerte.

Te cuidé a mi modo, con todo mi ser,

y tú con el tuyo… sin querer entender.


Fuiste espejismo de lo eterno,

hermoso reflejo, sin fondo verdadero.

Y aunque sangro al dejarte partir,

agradezco el amor,

aun si fue…

un fingir












No hay comentarios:

Publicar un comentario