Llevaba una vida algo diferente a la que había tenido hace un par
de años atrás, empezaba a tener otro enfoque en mi vida, uno más
"maduro" como dice la gente, los años pasaban y sabía que tenía que
ponerme "seria", cambie los lugares donde frecuentaba, los amigos,
entre otras cosas más. Mi nueva vida iba bastante bien, mis padres se veían más
felices y lo más importante yo sentía que mi cambió era para bien.
Alguien que ayudo mucho en el transcurso
de mi cambio fue Renzo, un hombre muy exitoso con el mismo enfoque de vida. Aprendíamos
uno del otro, nos encantaba ir a reuniones a conocer gente importante con
grandes ideas y logros, era lo cotidiano de los fines de semana. Un domingo que
llegábamos a la capital, nos recibieron unos viejos amigos de Renzo que nos
invitaron a su casa a cenar.
Aquella casa era enorme y campestre, Renzo no dudó en ofrecerme
dar una vuelta por la casa, fuimos al establo a ver los caballos, en el fondo
había un potro marrón que me trajo recuerdos de la infancia, en eso escucho la
voz de un niño que gritaba: ¡Ese es mi favorito! Es ahí donde conocí a Emilio,
un niño de 7 años recién cumplidos, no paró de contarme todas las historias que
había vivido en aquella casa, después de haber conversado casi toda la tarde
con el sentada en los columpios, decidimos entrar a casa por los mosquitos.
En la sala mientras Renzo conversaba con la madre de Emilio sobre
sus amigos en común, yo seguía escuchando a Emilio que tenía tanto que contar
pero era notorio que no tenía con quien conversarlo, sus cuatro hermanos
mayores ya no vivían con ellos y a pesar de tener a sus padres para él solo,
ellos lucían algo agotados del labor de ser padres. Renzo intenta establecer
una conversación con Emilio preguntándole en voz alta que quería ser de grande.
Emilio se le acercó y con los ojos brillantes de felicidad le contestó: Yo
quiero ser Rockero cuando sea grande. Los padres de Emilio hicieron gestos de
no agradarles la idea, Renzo se quedó sorprendido, y en cuanto a mí, me saco
una gran sonrisa de ternura. Mientras la madre empezaba a comentar que ya se le
pasaría esa idea de la cabeza, que definitivamente no permitiría que ninguno de
sus hijos terminara en eso, bla bla bla, era obvio que Emilio era un niño y con
el paso del tiempo puede cambiar de opinión pero estaba totalmente segura de
que en ese momento eso era lo que realmente deseaba más que nada en el mundo,
me hizo tener en cuenta que es la felicidad lo que te hace exitoso y no
el dinero, ni la forma de vestir, ni frecuentar gente de la alta sociedad, nada
de eso realmente es el éxito, fue en ese momento que empecé a reflexionar sobre
mi vida.
Renzo manejaba hacia el hotel, yo iba observando las gotas de
lluvia deslizarse por la ventana, entendiendo como me había dejado influenciar
por la sociedad, en lo que me había convertido con los años, al mirarme en el
retrovisor pude ver a alguien que realmente no era, confundida por tratar de
alcanzar el éxito y ser feliz.
Al bajarme del carro, le di mis maletas al botones del hotel y
cogí un taxi que me dirigiría a mi verdadero destino, estaba muy agradecida de
haber conocido a Emilio, porque son los niños los que ven el mundo real, y
somos los mayores los que solemos destruirlo. Llegué a uno de los bares más
frecuentados por los metaleros de la ciudad, y fue en ese momento en el que
entre al concierto, me solté el cabello y empecé hacer headbanging, en ese mismo
instante volví a ser exitosa.
:)
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